El COVID-19 es una enfermedad causada por el nuevo coronavirus que se transmite principalmente por contacto estrecho con una persona infectada. Los síntomas más comunes son fiebre, tos, dificultad para respirar, pérdida del olfato o del gusto, y dolor de cabeza, entre otros. Algunas personas pueden desarrollar complicaciones graves, como neumonía, insuficiencia respiratoria, coágulos de sangre, o inflamación de órganos, que requieren atención médica urgente.
El cuidado de un paciente crónico en casa implica una serie de responsabilidades y desafíos para el cuidador, que se pueden agravar si este se contagia de COVID-19. Un paciente crónico es aquel que padece una enfermedad de larga duración, como diabetes, hipertensión, asma, cáncer, o enfermedad renal, que afecta su calidad de vida y su capacidad para realizar actividades cotidianas. Estos pacientes suelen necesitar un seguimiento médico constante, una medicación específica, y una atención integral que incluya aspectos físicos, psicológicos, sociales, y espirituales.
Si el cuidador tiene COVID-19, debe tomar medidas para proteger al paciente crónico y evitar que se contagie, ya que este puede tener un mayor riesgo de sufrir una forma grave de la enfermedad por tener el sistema inmunológico debilitado o por presentar otras condiciones de salud que lo hacen más vulnerable. Algunas de las medidas que se recomiendan son las siguientes :
- Informar al médico del paciente crónico sobre el diagnóstico de COVID-19 del cuidador y seguir sus indicaciones. El médico puede ajustar el tratamiento del paciente, recomendar medidas de prevención adicionales, o derivar el cuidado a otra persona si es necesario.
- Aislar al cuidador en una habitación separada y con buena ventilación, preferiblemente con baño propio. Si esto no es posible, asegurarse de que haya una distancia de al menos 2 metros entre el cuidador y el paciente, y que ambos usen mascarillas, especialmente el cuidador.
- Limitar el contacto del cuidador con el paciente al mínimo indispensable para brindarle los cuidados necesarios, como administrarle los medicamentos, ayudarle con la higiene personal, o asistirle con la alimentación. El cuidador debe usar guantes, mascarilla, y ropa protectora al entrar en contacto con el paciente, y lavarse las manos con frecuencia, antes y después de cada interacción.
- Limpiar y desinfectar las superficies que se tocan con regularidad, como las manijas de las puertas, los interruptores de la luz, los teléfonos, o los controles remotos, usando productos adecuados y siguiendo las instrucciones del fabricante. Usar guantes y mascarilla al realizar la limpieza, y desecharlos después de cada uso.
- Lavar la ropa y la ropa de cama del cuidador y del paciente por separado y con agua caliente, usando detergentes comunes y siguiendo las indicaciones de las etiquetas. No sacudir la ropa sucia para evitar que se dispersen las partículas del virus. Usar guantes y mascarilla al manipular la ropa, y lavarse las manos después.
- Evitar compartir objetos personales con el paciente, como platos, vasos, cubiertos, toallas, cepillos de dientes, o artículos de aseo. Si se comparten, lavarlos con agua y jabón después de cada uso.
- Respetar el periodo de aislamiento indicado por el médico, que suele ser de 10 a 14 días desde el inicio de los síntomas o desde la fecha de la prueba positiva. El aislamiento puede terminar cuando el cuidador no tenga fiebre durante al menos 24 horas sin usar medicamentos para bajarla, y cuando los demás síntomas hayan mejorado. Sin embargo, algunas personas pueden necesitar un periodo de aislamiento más largo, según el criterio médico.
- Monitorear los signos vitales del cuidador y del paciente, como la temperatura, la frecuencia respiratoria, y el nivel de oxígeno en la sangre, si se dispone de un termómetro, un oxímetro de pulso, o un tensiómetro. Comunicarse con el médico si hay cambios significativos o si se presentan signos de alarma, como dificultad para respirar, dolor o presión en el pecho, confusión, o coloración azulada de los labios o la cara.
- Cuidar también de la salud mental y emocional del cuidador y del paciente, brindando apoyo, comprensión, y compañía, y buscando ayuda profesional si se siente ansiedad, depresión, o estrés.