Cómo cuidar las heridas del paciente hospitalizado en casa

El cuidado de las heridas es una parte esencial de la atención médica que se brinda a los pacientes que requieren hospitalización en su domicilio, ya sea por motivos de salud, comodidad, o preferencia personal. Las heridas pueden ser causadas por diversos factores, como cirugías, traumatismos, quemaduras, úlceras, o infecciones, y pueden afectar la piel y los tejidos subyacentes. El cuidado adecuado de las heridas es fundamental para prevenir complicaciones, favorecer la cicatrización, y mejorar la calidad de vida de los pacientes.

Según el tipo, la localización, la extensión, y la gravedad de la herida, el cuidado de la misma puede variar en cuanto a la frecuencia, la técnica, y los materiales que se emplean. Sin embargo, existen algunos principios generales que se deben seguir para el cuidado de las heridas del paciente hospitalizado en casa¹²³⁴⁵:

– Seguir las indicaciones del médico o de la enfermera que supervisa el caso, y consultar cualquier duda o cambio que se observe en la herida o en el estado general del paciente.
– Mantener una buena higiene personal y ambiental, lavándose las manos antes y después de manipular la herida, y limpiando y desinfectando las superficies y los objetos que se usen para el cuidado de la misma.
– Utilizar material estéril o desechable para el cuidado de la herida, como gasas, apósitos, guantes, pinzas, tijeras, o jeringas, y evitar reutilizarlos o compartirlos con otras personas.
– Limpiar la herida con suero fisiológico o con agua y jabón neutro, con movimientos suaves y sin frotar, y secarla con una gasa o un paño limpio, sin dejar restos de suciedad o de tejido muerto.
– Aplicar el antiséptico o el medicamento que haya sido prescrito por el médico, siguiendo las dosis y los tiempos indicados, y evitando el uso de productos caseros o no autorizados, como alcohol, yodo, o agua oxigenada, que pueden irritar o retrasar la cicatrización de la herida.
– Cubrir la herida con el apósito o el vendaje adecuado, según el tipo y el estado de la misma, y cambiarlo con la frecuencia que haya sido establecida por el médico o la enfermera, o cuando esté sucio o húmedo.
– Observar el aspecto de la herida y el drenaje que pueda producir, y anotar cualquier dato relevante, como el color, el olor, la cantidad, o la consistencia del mismo, así como la presencia de dolor, inflamación, enrojecimiento, calor, o pus en la zona de la herida, que pueden indicar una infección o una complicación.
– Proteger la herida de agentes externos que puedan dañarla o contaminarla, como el sol, el polvo, el agua, o los animales, y evitar el roce o la presión excesiva sobre la misma, que puedan dificultar la circulación sanguínea o el proceso de cicatrización.
– Fomentar una alimentación equilibrada y una hidratación adecuada, que aporten los nutrientes y el agua necesarios para la regeneración de los tejidos y la prevención de infecciones, y evitar el consumo de alcohol, tabaco, o drogas, que pueden alterar el sistema inmunológico y retrasar la curación de la herida.
– Apoyar al paciente desde el punto de vista emocional, ofreciéndole información, comprensión, y compañía, y ayudándole a afrontar el estrés, el miedo, o la ansiedad que pueda sentir por su situación, y que puedan afectar negativamente a su salud y a su recuperación.

X